28 mar 2011

Hablar contigo

Muchas cosas qué hacer; tantas, que no sé por donde empezar.
Quiero cambiar algunas cosas, necesito hacer cambios, pero no he logrado definir cuales son esos cambios.
En algún sentido me siento agobiada por demasiadas cosas; demasiadas cosas en la casa, demasiadas cosas dentro de mí, demasiadas cosas fuera de mí, alrededor y otras esenciales que, a fuerza de haber tanto por todas partes, apenas veo y percibo y es como si no estuvieran.
Quiero contarte cosas, dejar que mis pensamientos vayan hacia ti y te encuentren, pero cada vez que llega uno lo considero tan nimio que no me parece de interés para ti; ni siquiera para mí.
Quisiera tener tantas cosas que compartir contigo que todo el tiempo que pudiera pasar construyendo este puente me pareciera poco; sin embrago he de esforzarme en encontrar algo que pueda llevarte porque es todo tan insignificante que ni siquiera llega a construir palabras.
Hace unos días, paseando por Dublin con una amiga, hablábamos de la forma en que solemos despreciar nuestras propias ideas y pensamientos por no considerarlos dignos de mención y de cómo llega a sorprendernos que otros no lo hagan así y se atrevan a someterlos al juicio y valoración de otros porque ellos creen en lo que se proponen. Y lo consiguen; logran que sean reconocidos, valorados y apoyados pero no porque sean mejores que los que nosotras hayamos podio tener o tengamos, sino porque han creído en ellos y han hecho todo lo posible por que sean conocidos.
¿Por qué yo aborto cualquier posibilidad antes de intentar ponerla en práctica siquiera? ¿Por qué soy un juez tan crítico? ¿Por qué veo antes todo lo negativo que hay en algo que todo lo bueno que pueda tener?
Puede que hacerse preguntas sobre uno mismo sea un modo de intentar conocer quien se es realmente, pero se necesitan respuestas y esas me resultan difíciles de encontrar. 
Me gustaría tanto poder HABLAR de todo esto contigo.
Y en ese me gustaría, olvido que ya lo estoy haciendo.

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