30 ene 2011

Un puente firme



No era tan difícil ¿verdad? De hecho estoy convencida de que en cuanto leiste esas pocas palabras sabías de qué se trataba. No importa que haya sido tan fácil; no es el propósito de estos encuentros el jugar contigo, ni mantener tu atención a base de adivinanzas.
Es un simple puente que aún no ha cubierto la extensión del vacio que hay entre tú y yo y que, siendo tan larga, tan infinitamente larga, se hace pequeña en cuanto encuentro tu mirada.
Curiosamente acabo de ver fotografías de una selección de puentes inverosímiles que discurren sobre vertiginosos abismos y me he dado cuenta de algo. Aún cuando se toma la decisión de construir algo y siendo esto importante, puede ser que se acabe construyendo algo endeble, inconsistente, en exceso frágil, vulnerable y hasta peligroso. No solo es cuestión de los materiales con que se cuenta, sino también y mucho, de lo que estemos dispuestos a poner de esfuerzo, constancia y afán de superación. Y también me he dado cuenta de otra cosa; que esto es aplicable a todo lo que hacemos en la vida, con nuestra vida.
Un puente es el vínculo que establecemos entre unos y otros; entre yo y aquello hacia lo que dirijo mi atención; entre una intención y una decisión; y la estabilidad y firmeza que acaba adquiriendo depende de un factor primordial, del ingrediente básico: el sentimiento del que doto a mi voluntad.
Este puente que estoy construyendo puede tener una apariencia cuidada que se esmera en los detalles, pero si no soy capaz de permitir que trascienda el sentimiento que lo puso en marcha, no conducirá a ninguna parte; quedará colgando sin alcanzar la otra orilla y tú no podrás recorrerlo; no podrás ver todo lo que se divisa al discurrirlo; tu mirada no podrá pasearse por el inmenso horizonte que puede llegar a abarcar.
Y yo me habré hundido en el mismo abismo que pretendo cruzar.
Para llegar a este momento tuve que descubrir la ausencia de tu mirada, ascender una montaña que no parecía tener fin, enfrentar la soledad y el infortunio, llegar a lo más alto de esa montaña y penetrar en su interior para descubrir que estaba demasiado llena de mucho que le sobraba y muy vacia de lo esencial; tuve que excavar en ella hasta encontrar lo valioso y, con ello guardado en el corazón, volver a ascender y ser capaz de mirar de frente el espacio que nos separa para comprender que, lo que de verdad quería, era conseguir que esa distancia no fuera lo que nos separa, sino el medio por el que puedo llegar a ti. Lo más difícil suele ser siempre el primer paso, pero en esta ocasión no lo fue; tenía cerca a Issam para darme ánimo y transmitirme fuerza.
Quiero que sepas, amado mío, que no es una ilsuión explosiva lo que me impulsa cada paso, sino la convicción de que este es el camino que debo seguir y que lo construyo yo misma, que creo en el poder del verdadero amor y que la fuerza de todo lo que hacemos reside en el corazón.
Hoy te dejo con la referencia a una frase que oí hace algún tiempo, para que pienses en ella (si quieres).
''Cada decisión tomada conforma una nueva realidad''.

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