7 feb 2011

Desde Mí

Esta noche, mientras escribo y pienso en lo que voy a compartir contigo, escucho la deliciosa música de Bebo Valdes. Si la conoces ya sabes por qué lo digo y, si no la conoces, te recomiendo un paseo por las melodías que logra con esa maestría que tiene al piano.

Tenía ganas de contarte cosas, pero no sabía muy bien qué era lo que iba a contar y entonces me he acordado de algo que pensé cuando decidí poner este blog en marcha.
Verás, antes de tomar la decisión me dediqué a leer cosas por ahí (lease internet) para ver lo que hacia la gente en los blogs y, la verdad, es que me dejó un poco desconcertada porque encontré un buen batiburrillo. 
Habían blogs muy buenos, serios, honestos, concienzudos, rezumaban implicación personal de su autor y los comentarios eran interesantes.
Encontré otros muchos que eran patéticos, insulsos, soeces, vulgares, infantilones, cursis, mal escritos,  incapaces de transmitir nada... y una tonelada de chorradas. 
Y una gran cantidad de blogs muy egocentricos, como un curriculum vitae virtual, pero literalmente vitae, porque solo faltaba que pusieran cuantos lunares tenían en el cuerpo.
Pero bueno, ahí estaban todos y en la red caben todos. El caso es que, en vez de ayudarme a decidirme me dejó más confundida porque me preguntaba ¿Y qué voy a hacer yo? ¿Cual es mi pretensión, qué pretendo construir y por qué? ¿Acabaré convirtiéndolo en alguno de esos que no me han gustado nada?
Yo y mis preguntas. No te creas que no le dí vueltas.

El caso es que llegué a pensar que no podía garantizar una buena calidad de texto, siempre inspirado, estimulante e intenso y eso me retrajo bastante; de hecho estuvo a punto de hacerme renunciar antes de empezar (es una faceta personal que tiene especial fascinación por echar abajo todas mis ilusiones sacando siempre mil inconvenientes a mis proyectos). Pero luego, otra faceta que es un poco más atrevida y positiva, me hizo ver que no tenía porqué condicionar el futuro de algo a un presente incierto con  tan pocos elementos de juicio en su haber. Me dijo que el blog acabaría siendo lo que yo pusiera de mí en él y que si quería ser coherente, debería incluir en él las más pequeñas cosas que me hicieran sentir que quería compartirlas contigo; no buscar palabras trascendentales, elocuentes y dignas de admiración, sino pura y llanamente, lo que hay en Mí.
A veces el ángel de la inspiración estará a mi lado (y yo no tendré problemas de audición) y la entrada al blog será estupenda, coloquial, limpia, te animará a la reflexión personal, inquietará tu mente, tu curiosidad, tu crítica, tu opinión...pero habrá otras veces en que no será así, que no esté inspirada (o esté sorda) que las palabras se agolpen y atropellen volviéndose incoherentes, que lo quiera expresar sea ñoño, insulso, aburrido....o que quiera expresar más de lo que soy capaz....pero todo eso soy yo y mi implicación está en eso precisamente, en dar lo mejor de mí sin negar ni esconder lo mediocre.Verás, tengo cientos de escritos que he ido acumulando al cabo de muchos años sin dejar de hacerlo y, algunas veces, leo algo de lo que he guardado. En muchas ocasiones me encuentro con cosas que están bien, realmente bien -hasta dudo de haberlas escrito yo- y que me gustaría compartir con alguien más que conmigo misma y...por supuesto, pensé en ti, pero eso tiene un riesgo: que no te guste, que no te interese, que pases por delante sin mirarlo siquiera...mil cosas. Y eso me volvió a detener (debía ser otra vez la voz plasta) porque me pareció muy frustrante. 
Aún así recogí animo y lo puse en marcha; a trompicones, en varios intentos, y muchas pruebas, pero al fin logré algo más o menos digno.
Y, tal como iba avanzando, iba comprendiendo algo. Todo esto es algo que va de mí hacia ti, pero, sobre todo, por Mí ¿Comprendes la sutileza de las diferencias?
La mayoría de las veces, la mayoría de la gente, hacemos las cosas porque tenemos que hacerlas, porque esperan que las hagamos, porque son necesarias, porque estamos acostumbrados y nos da seguridad que sigan siendo hechas, porque son novedosas y jugamos a ser valientes, pero muy pocas veces, muy pocas, las hacemos porque sí; porque en ese Mí del que suelo hablar, hay una necesidad irracional de hacer algo especial, inesperado, desinteresado, sin afan de lucro; simple y pura necesidad de compartir, comunicar, expresar, sacar, exponer. Y solemos no hacer caso a ese Mí, que queda abandonado a su propia meláncolia, porque tomamos referencias de lo que hacen otros para calibrar la calidad de lo nuestro; y eso es peligroso. 
Sería una tonteria esperar que nadie que no sea un Picasso, un Dalí, Velazquez, Greco.... cogiera un pincel; o que solo los Mozart tengan derecho a componer. A nadie se le ocurriría. Y todos aplaudimos -gustos personales aparte- a todos los que han logrado un nombre en las disciplinas artísticas. Pero ¿Sabes de qué me he dado cuenta? pues de que cualquier faceta creativa que se pueda tener, precisa de un observador, otra persona que recoja la impresión causada por la obra realizada.
Este año 2010 me ha regalado una de las experiencias  más fascinantes de mi vida: El Camino de Santiago; Pues ,en lo alto de un cerro que hay un poco antes de llegar a Astorga , David ha montado un albergue de lo más rústico y él nos enseñó algo con un instrumento muy rudimentario y curioso:, algo muy simple: para hacer sonar la música interior hacen falta dos.
Pues eso, me hacias falta tú; y para cubrir la distancia que nos separa, tenía que tender un puente sobre el vacio, saltar, atreverme, dejar de cuestionar cada uno de mis impulsos, dejar de analizar la calidad de los textos con los que construyo los tablones del puente y caminar a base de corazón, e ilusión; y disfrutar en cada paso dado.
Y quiero decirte algo. Todas y cada una de las palabras que escribo van dirigidas a ti, a tus ojos, a la caricia de tu mirada, a mi sueño; a ti, mi amado y gran desconocido.

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