4 abr 2011

Podar

Eso es lo que he hecho hoy. Bueno, además de poder abrazar a mi nieta, darle un biberón, achucharla, comermela a besos y sentirme enormemente agradecida a Dios por todo eso. Ni siquiera ha hecho falta que le pida a José que me la deje coger (ya sabes lo estrictos que son con todo eso) ¡él mismo la ha puesto en mis brazos!
Después he ido al huerto y después de comer con mis hermanas y los niños, nos hemos puesto a descargar el limonero de frutos y a podar la leña que se había ido acumulando.
¿Sabes? mientras lo hacia pensaba lo similar que era esa tarea a muchas cosas de la vida. Hay muchas cosas que se van conviertiendo en leña seca; cosas que hay dentro de nosotros o en lo que hacemos. 
Y suele suceder que, como con nuestro limonero, llega un día en que te das cuenta que necesita una buena poda para sanearlo, pero lo dejas sin hacer porque das prioridad a otras cosas en ese momento. 
Y, como con nuestro limonero, la leña va creciendo porque, a falta de aire, de luz y de la limpieza que le proporciona la lluvia por estar demasiado frondoso, se van secando más ramas, entran en acción las plagas y se va haciendo más leña. 
Hasta qiue llega un momento en que el árbol empieza a enfermar y cada vez que te acercas a coger los frutos, te arañas por todas partes.
Te sumes en la poda y a costa de muchos arañazos, posturas extrañísimas para poder acceder a las ramas más difíciles y un buien cansancio, consigues que respire mejor, que entre la luz y el aire y que quede liberado de ramas que están creciendo mal y lo van deformando o cargándolo de demasiado peso.
Al terminar parecía más hermoso y grande de lo que ya es.
El año pasado hice algo parecido con el albaricoquero, con el melocotonero, con el peral y con los narranjos y hubo algunos que pensaron que había sido demasiado radical, que me había cargado los árboles. Yo misma dudé de mi trabajo de limpieza exahustiva.
Pero hoy he visto esos mismo árboles y están cuajados de flores y hojas tiernas y sanas. Sé  que deberé seguir vigilando los frutos que vaya dando para atajar cualquier síntoma de enfermedad o plaga que pueda aparecer (es el riesgo cuando no se utilizan insecticidas químicos) pero me han regalado una enorme alegría al verlos tan llenos de vida y dispuestos a producir una nueva cosecha.
Es una imagen más de la vida misma; de lo que hacemos en ella; de nosotros mismos; lo que somos y lo que hacemos con lo que somos.
Es una imagen también de nuestra historia, la que creamos juntos. También ella está dando brotes nuevos, tiernos y vigorosos que es justo celebrar y preciso atender y vigilar.
Y, como siempre, juntos, es como mejor lo hacemos.

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