6 ene 2012

¿Qué puedo decirte?

He empezado a dar los primeros pasos de un camino nuevo. Al menos es un trecho nuevo, quizá del mismo camino; el que tengo que recorrer hasta que llegue al final. Muchas veces pienso que es en ese final cuando volveré a encontrarte. Muchas veces pienso que llegaste para despertarme, para hacer que me pusiera en marcha y empezara a recorrerlo no para estar juntos, sino para que pudieramos llegar  a estarlo.
Te me vas diluyendo en la memoria; esa memoria caprichosa que necesita de vivencias constantes para que los rostros, las voces y los recuerdos, permanezcan. De la otra no te  me vas. Es otra memoria que es más sutil, que se manifiesta en sensaciones, en pensamientos espontáneos que surgen inesperadamente. También estás en la convicción de que no llegaste sin más para irte sin otro más; que todo tuvo una razón y un sentido; aunque yo no sea capaz de comprender aún sus razones.
Mi alma ansía una casa, su casa, nuestra casa; pero es peregrina y me lleva allá donde ve que tengo algo que hacer, puedo aprender algo o devolver al universo algo de la armonía que le robé cuando enloquecí.
Pasan los años, muchos días, y voy acostumbrándome a tu ausencia; pero constantemente aparecen pensamientos del tipo ¿Donde estará ahora? ¿Qué estará haciendo? ¿Será feliz? Y espero que sí, mi amor. Espero y quiero creer que eres feliz; que tú también recorres ese camino al final del cual seremos de nuevo ese uno y uno que , siendo dos, son uno. ¿Lo recuerdas? Ya nos lo dijo Isam.
Una cosa es lo que somos capaces de hacer y otra lo que finalmente hacemos. Puedo asegurarte que estoy poniendo todo mi empeño en llegar a ser y hacer  todo lo que de capacidad hay en mí y que tú eres el estímulo principal de todo ello. Para que, cuando llegues al final del camino, me encuentres allí.

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