25 feb 2011

A través de una concatenación de pensamientos, de esos en los que empiezas pensando sobre algo y acabas deteniendo el pensamiento en otra cosa a la que no sabes cómo has llegado, me he visto recordando un diálogo de La Odisea. 
Atenea habla con Telémaco y este le pide que haga algo por él. Atenea le contesta esto: "LOS DIOSES NO PODEMOS INTERVENIR EN AQUELLO QUE LOS HOMBRES PUEDEN HACER POR SÍ MISMOS". 
Y esta es la frasecita que se me ha quedado colgando.
Y me doy cuenta de cuantas veces he escondido mi indecisión, mis dudas y todo lo que acompaña el miedo a cometer errores, en múltiples plegarias que pedían soluciones a problemas que solo yo debía afrontar o resolver.
El miedo más paralizante de todos es el que teme cometer graves errores, hacer daño a otros como consecuencia de ello, hacer las cosas mal, no ser capaz de rectificar, verse inmerso en una caos abrumador ...y entonces me paralizo, surge la ansiedad interior, me pongo tensa y temo fracasar haga lo que haga. Y acabo no tomando decisiones; dejo que las circunstancias sean las que decidan y yo me acomodo a ellas. Disfrazo esa actitud de un fluir con la vida, pero eso no es fluir, es ir a la deriva.
Espero que comprender esto me ayude a recordarlo. He de saber que cometeré errores, que tomaré decisiones equivocadas en algunas ocasiones, que algunas podré rectificarlas y otras no, que la duda me acompañará siempre, pero que he de confíar en esa verdad interior que siempre conoce la mejor respuesta y que se puede oír pefectamente si se tiene el oído entrenado a su voz.
Quien cuida de mí, siempre me muestra el mejor camino a seguir, con los pies en la tierra y el pensamiento puesto en Dios.

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